RAUL PELLEGRIN Y EL PENSAMIENTO DEL FPMR
” El Marxismo es siempre creador. Hemos desarrollado la idea del Rodriguismo como una concepción de un alto contenido ético y moral, enraizado en la historia de nuestra patria, capaz de entregar un marco de acción amplio…”
Comandante Raúl Pellegrín, “Rodrigo”, 1987.
Introducción
Dedicamos este espacio a rescatar aspectos del pensamiento de Raúl Pellegrín, luchador popular quien, así como lo hicieron el Che y Miguel Enríquez en décadas distintas, representaron la voluntad de ruptura con los viejos y autocomplacientes esquemas de concebir y aplicar la política en el marco de la izquierda. Recogemos estas ideas como un aporte a la construcción de alternativa revolucionaria, no como un recetario, ni menos como un culto a la personalidad, sino como un patrimonio político e histórico que involucró a pueblos enteros, del cual las nuevas generaciones “extraen sus convicciones y las aplican en sus procedimientos de lucha y métodos de acción”, como dijera Lenin refiriéndose al papel de la teoría.
Entregamos modestamente estas líneas para contribuir o estimular al conocimiento, la profundización y por qué no también el debate, sobre nuestro patrimonio teórico y práctico como parte del pueblo organizado.
La Reorganización del Rodriguismo ha adoptado como uno de sus principales contenidos el rescate de nuestra historia como un elemento dinámico de proyección de una opción política revolucionaria, para aprender de nuestros errores, consolidar y proyectar nuestros aciertos en la búsqueda de un nuevo proyecto político.
Hace doce años se produjo la ocupación de los poblados de Aguas Grandes en el norte, de La Mora en la V Región, de Los Queñes y Pichipellahuén en el sur, que fueron las primeras acciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en el marco de la estrategia de Guerra Patriótica Nacional (GPN). El análisis crítico que el Proceso de Discusión ha hecho de la concepción que originó esta acción realizada aquel 21 de octubre de 1988, sellada con el ejemplo personal y la muerte de dos de nuestros mejores hermanos (Raúl Pellegrín, “Rodrigo” y Cecilia Magni, “Tamara”), tiene como único objetivo despejar el camino hacia la revolución, y no invalida sino que reafirma el compromiso de lucha por los cambios que no sólo son necesarios sino que son posibles. Esto porque independientemente de las líneas políticas adoptadas, ya sea la Política de Rebelión Popular, la GPN y la Reorganización del Rodriguismo, lo que históricamente ha orientado nuestro quehacer es construir la alternativa y el proyecto revolucionario para nuestro país.
Ese es precisamente el principal esfuerzo del Frente en la actualidad, y el aporte de Raúl debe nutrir nuestras reflexiones, él fue parte de una generación de luchadores sociales que aprendieron a entender la política más allá de las prácticas tradicionales, que aprendieron a luchar y construir organización día a día.
Orígenes
El FPMR irrumpe en la política nacional en 1983, como parte de la implementación de la Política de Rebelión Popular del PC en su componente operativo – militar, pero su proyección política sobrepasó rápidamente los marcos que se le habían asignado. Uno de los méritos del Rodriguismo es haber sido capaz de imprimirle un nuevo giro a la historia de la lucha popular. Introdujo un cambio cualitativo en el quehacer político, que implicó asumir y llevar a la práctica con fuerzas propias la lucha revolucionaria. El Rodriguismo desde sus inicios aspira a lograr la capacidad de interpretar correctamente el período histórico en que se desenvuelve, evaluar la dinámica del momento y visualizar la necesidad de abrir paso a nuevas experiencias de lucha, así como aprender sin prejuicios sobre las luchas y experiencias de otros pueblos. En los hechos, el internacionalismo es elemento fundamental en la experiencia de muchos hermanos que como Rodrigo dejaron su aporte y su sangre en otras tierras como Nicaragua y El Salvador, y nutrirían los primeros contingentes del FPMR y al Rodriguismo como pensamiento político.
Este contingente formaba parte de la llamada “Tarea Militar” dentro del PC en la etapa posterior al golpe, que comenzó a construirse en 1975. Esta “tarea” tenía un estilo propio y una autonomía importante, que llegó a consolidarse en tiempos de la lucha en Nicaragua, donde ya se daban grandes debates internos. Esta autonomía, el carácter de las discrepancias y el hecho histórico irrefutable que la iniciativa de la preparación temprana de cuadros “oficiales” y la posterior misión internacionalista en Nicaragua, no fueron iniciativas de la dirección del PC, fueron factores de peso en el desarrollo posterior del Frente.
Raúl impregnó al Frente de su gran entusiasmo revolucionario. En el marco de una entrevista se refirió con gran claridad al contenido de éste: “La grandeza de la lucha revolucionaria es que permite pasar por sobre las contradicciones, los egoísmos y los riesgos; de ahí el desprecio a la muerte por una causa noble”. En efecto, el entusiasmo revolucionario tiene la cuota exacta de voluntad que se necesita para llevar a cabo una tarea, y permite superar las tendencias conservadoras y la apatía que siempre acecha.
Al respecto, Francisca Herrera “Panchita”, la compañera Nicaragüense de Raúl y madre de su única hija, testimonia sobre: “… su malestar (de Raúl) por las actitudes conservadoras, por el aferramiento a lo tradicional, por la incapacidad de debatir en profundidad y apegarse a formalismos, por el rechazo a recorrer caminos nuevos. En fin, por la cerrazón a buscar alternativas. Él exigía tenacidad, audacia, abnegación, madurez…”
Alguna vez Raúl le comentó a su padre que”las fórmulas no existen, son herramientas para analizar realidades, en el momento que estás, tú las construyes”, esto implica el estudio y una gran capacidad de cuestionamiento; desechar una idea si no podía aplicarse a la realidad. Nunca creyó que la organización y sus dirigentes fueran infalibles. Le asignaba gran importancia a la práctica para comprobar la eficacia de los métodos y las vías, pero sin hacer jamás de ésta un valor absoluto. Estaba convencido de que la historia y las revoluciones las hacen hombres y mujeres comunes, sin mucha experiencia al principio.
Por lo anterior, sabía que el proceso liberador estaría lleno de reveses, pero también de aciertos, y donde su preocupación por el factor humano de la política, la situación de los militantes, siempre ocupó un lugar, como es citado en otro testimonio: “Para la revolución nunca hay momentos buenos para morirse. Hay que ir por un camino de victorias y no de derrotas. Nuestro pueblo ya tiene demasiados presos”, Rodrigo estaba convencido que para que el trabajo sobre el grupo humano, educado, instruido, produjera resultados, era preciso atender al hombre, cuidar la organización y no andar tras resultados haciendo abstracción del hombre con una visión cortoplacista. Su pensamiento y su práctica se guían por el convencimiento de que las organizaciones revolucionarias, para lograr sus objetivos de transformar la realidad, deben contar con “hombres acerados para esa transformación y lograr abrir caminos por terrenos desconocidos y no caminar por los senderos trillados. La preocupación constante de Rodrigo era hacer de los Rodriguista hombres sensibles y acerados. Acerado: era un adjetivo que usaba con frecuencia…”
La Crisis del Proyecto Popular
El papel de Raúl Pellegrín cobra mayor relevancia política e ideológica entre 1986 y 1987, cuando pese a que permanecía vivo el espíritu de lucha y movilización en vastos sectores, a la larga primó el partidismo de los dirigentes sociales y la presión hacia ellos de las cúpulas políticas afines a una u otra salida de la dictadura. Pues estábamos claramente ante dos proyectos políticos: el burgués – liderado por la DC- y uno democrático popular – liderado por el PC-, lo que en este nuevo contexto político llevó a la desunión del movimiento social, a partir de la influencia política de los partidos en ese campo, en sus organizaciones y en sus dirigentes sociales.
El protagonismo alcanzado por las masas en su lucha combativa contra la dictadura pasó a ser secundario y lentamente comenzaron a entrar al escenario los dirigentes políticos en representación de éstas. Ellas dejaron de ser sujetos sociales combativos y pasaron a ser objetos sociales de los intereses particulares de los partidos políticos, sus proyectos y sus disputas ahora netamente electorales.
La izquierda en su mayoría optó por la opción de reacomodar el quehacer inmediato, recomponer el cuadro de unidad, acumular fuerzas ante estas nuevas circunstancias, en interés de crear las condiciones político-sociales que permitieran persistir en el proyecto de derrotar a la dictadura y lograr un gobierno “lo más avanzado”, que perspectivara el socialismo. En esencia, estos argumentos serían finalmente los que el PC planteó en un documento interno conocido en enero de 1987 como “La precisión táctica”.
Los profundos debates político-ideológicos que se produjeron en esos meses finales de 1986 y los resultados que tuvieron las contradicciones surgidas al calor de la discusión provocaron una crisis y posterior ruptura del FPMR con el PC a mediados de 1987. La crisis tuvo su origen en históricas interpretaciones contradictorias acerca de la realidad chilena y las tesis acerca del camino de la revolución y cómo llegar al socialismo. Estas contradicciones se dieron en los momentos de mayor agudización de la lucha de clases, cuando se había logrado tener la mayor posibilidad en los planos políticos y militares de incidir en la disputa por el poder en Chile. Como legado y testimonio político e histórico del pensamiento de Rodrigo en esas circunstancias decisivas, está su última intervención ante la Comisión Militar del PC en 1987, donde entre otras cosas plantea:
“…Desde hace meses hemos señalado que en el Frente Patriótico, en el Frente Militar y en el Partido existen serias dudas sobre los pasos dados por el partido en estos ocho meses respecto a la implementación de la Sublevación Nacional, período caracterizado por la indecisión, por el cambio inexplicable de opinión, de falta de claridad, por lo contradictorio de los informes, que se asemeja mucho a la falta de dirección”
” Existe la impresión de un abandono de la política de Rebelión Popular y de la Sublevación Nacional. Se reafirma la política de Rebelión Popular, pero en la práctica nada se hace; por el contrario, el Frente se ha transformado en algo molesto para una nueva política que no se tiene la valentía de expresar…”
“…Los métodos que se emplean en la discusión van haciendo imposible resolver esto en los marcos de tal discusión, se nos tilda de ser compañeros de “bajo nivel político”; ésta no puede ser la respuesta a nuestras inquietudes. Hay temor a discutir sobre ideas nuevas; el marxismo es siempre creador; hemos desarrollado la idea del Rodriguismo como una concepción de alto contenido ético y moral, enraizado en la historia de nuestra patria, capaz de entregar un marco de acción amplio.”
"…Es necesario avanzar y con la lucha se irán limando asperezas y resolviendo a veces paralelamente los problemas teóricos" "…Me declaro convencido, de verdad, de la importancia de la unidad del Partido como algo que se funda, antes que nada, en la unidad ideológica, de principios y en torno a la política de clases. También pienso que en torno a la Dirección, pero en primer lugar en lo otro…"